Por la noche, París se transforma. Sus monumentos y calles se encienden al compás del jazz, y las veredas de sus boulevares se pueblan de cafés que sólo existen cuando no hay sol. Esta es la ciudad de la luces.
Quien tenga el placer de conocer alguna vez París, no se podrá olvidar de esta ciudad de noche. El Sena sirve de camino, y los monumentos son como faros que marcan un itinerario romántico y distinto.